IMG_20220901_153748_143-1

Bancos de semillas: un recurso estratégico en el corazón de los huertos familiares

Luego de tres años del inicio del Proyecto Huertos Familiares por parte de Acción Campesina, iniciativa que ha beneficiado a más de 48 mil personas, se hace necesaria la implementación de los Bancos de Semillas para lograr su sostenibilidad.

En octubre de 2019, Acción Campesina dio inicio al proyecto piloto de Agricultura Familiar en el Municipio Pedro Gual, del estado Miranda. Dado su éxito, el proyecto se empezó a implementar en 31 municipios de 11 estados del país, logrando beneficiar directamente a más de 48 mil personas, tan solo en el año 2021.

Esta experiencia no ha sido un proceso estático, muy por el contrario, ha ido creciendo e incorporando nuevos componentes como el de soluciones de agua, para aquellas comunidades que tienen poco acceso al líquido vital; el componente psicosocial, para fortalecer el equilibrio emocional en tiempos complejos y el de Alimentación sana y nutrición, entre otros. Ahora se suma otro más, como es la conformación de Bancos Comunitarios de Semillas como un recurso estratégico en el corazón de la producción agrícola sostenible. 

La iniciativa de conformar Bancos Comunitarios de semillas nace de la necesidad de garantizar la sostenibilidad de los huertos familiares en las comunidades abordadas, señaló Pedro Rosa, ingeniero agrónomo de Acción Campesina en el Municipio José Tadeo Monagas, estado Guárico.

“Aquí en el municipio se están conformando dos Bancos de semillas, uno en Paso Real de Macaira y otro en la comunidad Brisas del Orituco, este último ya activo en un 95%. Ello va a contribuir a que siga la producción de los huertos, aun cuando el proyecto ya no esté activo en esas comunidades.”

Señaló el ingeniero que, previo a esto se dictó una serie de talleres  de formación y sensibilización, definición de lo que es la semilla, su producción y evolución, selección de semillas y lo que es un banco de semillas. “La receptividad mostrada por los participantes en esta etapa fue lo que nos abrió el panorama para continuar avanzando hacia la preparación de los bancos y la Red de Productores, específicamente en Brisas del Orituco.”

Por su parte, Jesús Dugarte, coordinador Nacional del proyecto, agradeció y reconoció el esfuerzo de los equipos de campo por la motivación en cuanto a la ejecución y promoción de los bancos de semillas y aseguró que es un paso muy importante si queremos pensar en la sostenibilidad de la experiencia de producción de alimentos con los huertos familiares como estrategia. Este elemento, así como el Banco de Bioinsumos, es fundamental para lograrlo.

“Esto ha motivado tanto a la directiva de Acción Campesina que no se descarta que esta iniciativa de Bancos de semillas pudiera convertirse en un proyecto independiente con sus propios recursos. Realmente estoy muy satisfecho con la motivación que los compañeros han tenido en cada región y ese concepto de banco como tal, me parece genial, que la gente se considere parte del banco y que sienta que está aportando semillas, pero al mismo tiempo están utilizando la capacidad del banco para proveerse de semillas. Esto nos da a nosotros un respiro enorme si tomamos en cuenta todas las limitaciones para la adquisición de semillas por el tema financiero. Con un banco de semillas lograríamos una independencia en algunos insumos que son tan importantes para llevar adelante nuestro proyecto de Huertos Familiares.”

Bancos de semillas  

En la población de San Rafael de Orituco vivió un señor llamado José del Carmen Soler. Él era un pequeño agricultor. Salía aún sin despuntar el sol hacia su conuco en un sector llamado Las Mayas, a unos 3 kilómetros del pueblo. Bien temprano iniciaba su faena. Allí sembraba caraotas negras, maíz, frijol, patillas y cuanta semilla conseguía o intercambiaba con vecinos.

Para muchos era normal ver que en tiempos de cosecha, él y su familia apartaban las mejores mazorcas de maíz, una porción de granos de caraotas, guaracaras y quinchonchos. Ya secos y seleccionados, los guardaba en una habitación alejada de la casa, a la cual llamaba la cueva, y allí permanecían esos granos, cubiertos con cenizas del fogón, hasta la nueva temporada de siembra. Sin saberlo, el sr. José del Carmen había hecho su propio banco de semillas.

Y es que los Bancos de Semillas son reservorios que garantizan alimentos que pudieran desaparecer de nuestro menú del futuro, ante la amenaza por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la demanda farmacéutica, que ponen en peligro de extinción a dos de cada cinco plantas en el mundo.

La conservación de semillas y su uso eficiente son fundamentales para salvaguardar la seguridad alimentaria y nutricional, ahora y en el futuro.

Cómo crear un banco comunitario de semillas

El Banco Comunitario de Semilla (BCS) es una iniciativa que busca administrar de forma colectiva una reserva de semillas, necesaria para la siembra de cultivos. El Banco Comunitario de Semilla cuenta con un lugar físico para el acopio y almacenamiento de semillas en condiciones adecuadas para mantenerlas vivas y así poder sembrarlas en la siguiente época.

Algunas de las razones por las cuales se crean los bancos comunitarios de semillas son las siguientes:

1.  La necesidad de semillas sanas y accesibles económicamente por parte de los agricultores.

2.  La imposibilidad de acceder a paquetes tecnológicos para el establecimiento de un cultivo con semillas provenientes de procesos de mejoramiento genético que así como rinden también demandan una cantidad de insumos que los agricultores no pueden costear.

3.  Estos bancos también surgieron del interés de los agricultores por conservar las semillas de los cultivos que consideraban importantes tanto por su origen como por su importancia cultural, para luego poder disponer de ellas justo cuando las necesiten, sin necesidad de depender del mercado convencional, además los bancos generan vínculos importantes entre las comunidades.

Algo de historia sobre los bancos de semillas

Desde la aparición de la agricultura, (del latín agri ‘campo’, y cultūra ‘cultivo’, ‘crianza’), hace ya 9.000 años, los seres humanos hemos ido domesticando multitud de especies animales y vegetales para su uso en la alimentación, la medicina o en otras áreas. Las especies se domesticaron en determinadas áreas geográficas y, desde ahí, se extendieron a lo largo y ancho del mundo.

Desde la aparición de la agricultura hasta ahora, unas 500 plantas han sido manipuladas por los humanos para servir de sustento alimentario a la población. Y, poco a poco, a través de diversos procesos de selección, nuestros antepasados fueron creando múltiples variedades en consonancia con los factores ambientales y culturales del entorno.

En este contexto, las semillas forman una parte crucial, puesto que garantizan la supervivencia futura de estos agrosistemas. Y, como organismo vivo que son, facilitan la adaptación constante de las variedades cultivadas.

En la actualidad existen unos 1.500 bancos de semillas en todo el planeta, entre los que destaca el Svalbard Global Seed Vault, ubicado en la isla noruega de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalbard, a unos 1.300 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico. Está considerado uno de los mejores bancos de semillas y es el centro de germoplasma más grande del mundo. También conocido como la ‘bóveda del fin del mundo’, este edificio fue inaugurado en 2008 en mitad del hielo y funciona como un enorme almacén en el que se guardan más de un millón de muestras de semillas de todo el mundo.

Fuente: http://laaventuradeaprender.intef.es/ https://www.researchgate.net/publication/235340458_Bancos_Comunitarios_de_Semillas_Criollas_una_opcion_para_la_conservacion_de_la_agrobiodiversidad